Tras conocerse el inicio de las cotizaciones del agua en el mercado de futuros de Wall Street, el filósofo, comunicador y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela le explicó a la audiencia de Desde Donde Sea cómo funcionan los mercados bursátiles y particularmente en qué consiste el incipiente negocio del agua.

A este respecto, puntualizó que en la bolsa de valores «se puede comprar y vender prácticamente todo», incluyendo materias primas esenciales «para la subsistencia de muchos países», como podría ser el caso del cacao, el trigo, el arroz, el petróleo o el gas natural.

En contraste con los casos anteriores, el agua ha sido calificada como «un bien de dominio público» y la mayor parte de la legislación internacional la consagra así. Sin embargo, el experto acotó que hay excepciones a esto, pues en naciones como Chile, el agua no es un bien público sino un servicio privatizado y «lo que se reconoce en algunos mercados formales es el derecho privativo del uso del agua».

De otro lado, el ingreso del agua al mercado de futuros en las bolsas, implicará que este bien se comenzará a transar según las reglas que allí imperan, a saber: se pacta la compra de una determinada cantidad, en una cierta fecha y a un precio.

Este modo de comercialización, detalló, implica que las operaciones bursátiles pueden servir «al menos para asegurar su valor y no exponerse a la volatilidad del día a día o para especular» y es esta segunda posibilidad la que enciende las alertas, toda vez que se inserta a un recurso esencial para la vida en el planeta en la realidad especulativa de las bolsas de valores.

Se ha especificado, asimismo, que los contratos a futuro que se intercambiarán en el naciente mercado del agua, no implicarán su entrega física y son instrumentos «puramente financieros» cuyo precio se calculará promediando el precio semanal entre las cinco principales cuencas del estado de California, en los Estados Unidos, pero la realidad es que «quienes tengan los contratos en sus manos –por lo general, agentes financieros– pueden venderlos, pueden comprarlos».

Por su parte, CME Group, mercado de futuros derivado de la bolsa de Nueva York, ha emprendido una campaña en la que se indican las presuntas ventajas de la incorporación del agua a los mercados bursátiles.

En ese sentido, señalan que «los nuevos contratos permitirían una mejor gestión del riesgo asociado a la escasez del agua y realizar una mejor correlación entre oferta y demanda en los mercados» y con ello, «agricultores, fondos y municipios podrán protegerse o especular ante los cambios en el precio», así como «pactar un precio fijo por un período determinado y tener un control más preciso sobre sus finanzas».

Detallan, además, que «el 40% del agua que se consume actualmente en California, se utiliza para regar sus cultivos. Los contratos a futuro permitirían a un productor agrícola planificar con anticipación los costos cambiantes del agua, que necesitan para el riego a gran escala».

Sin embargo, Pérez Pirela advierte que «las primeras víctimas» de las transas bursátiles del agua serán los agricultores y con ellos, el resto de la gente.

En su opinión, esta incipiente mercantilización del agua es otra jugada del capitalismo, que saca dividendos hasta del cambio climático y ahora intenta «vender» este proceso de privatización de un recurso vital, como una acción que solamente traerá beneficios para la humanidad.

(LaIguana.TV)