A once días de las protestas en Colombia, la cifra de muertos se eleva a 47, según organizaciones sociales y el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) de Colombia. 

Apegados al último informe, 39 de estos colombianos fueron asesinados por las fuerzas de seguridad autorizadas por Iván Duque para reprimir las protestas; otras 7 personas aún están sin identificar. 

En el marco del paro nacional, convocado por diferentes sectores contra la reforma tributaria que pretendía imponer Duque, han habido 963 detenciones arbitrarias, según la ONG Temblores. Hay también 12 casos de presunto abuso sexual por parte de funcionarios policiales.

Entre el 28 de abril, fecha en que iniciaron las protestas, y el 7 de mayo, habría 598 desaparecidos según la Defensoría del Pueblo de Colombia. 

Hasta el 4 de mayo, se habían contabilizado 28 personas que sufrieron heridas en los ojos. 

Entre todas estas víctimas, destaca que 4 de ellas serían menores de edad y 2 mayores de 60 años. El grueso de los afectados se encuentra en el grupo etario de los 18 y los 36 años, considerando que 16 aún están sin calificar. 

La ciudad de Cali, en el Valle del Cauca, ha sido la que más bajas de manifestantes ha sufrido, con terribles cifras muy por encima de los demás departamentos: 35 caleños fallecieron a manos de los funcionarios. Las ciudades que más se le acercan son Bogotá y Pereira, con 2 decesos cada una. 

El día más nefasto, con mayor número de manifestantes muertos fue el pasado 3 de mayo, cuando murieron 10 personas. El único día, desde que comenzó el paro, que no se reportaron muertos fue el 5 de mayo. Sin embargo, para el 7, es decir hace 2 días, aún las fuerzas desplegadas por Duque cobraron la vida de 2 colombianos. 

La comunidad internacional, entiéndase organismos como la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea (UE) tardaron una semana entera en hacer alguna declaración sobre la violencia desatada en el país suramericano. Artistas colombianos reconocidos por la farándula internacional también guardaron un silencio cómplice ante la masacre que se ejercía desde el gobierno de Duque contra sus connacionales. 

Duque, pese a declarar una intención de diálogo superadas ya las 30 muertes para el momento, no ha sido diáfano con respecto a la reforma tributaria, misma que dijo se retiraría del Congreso para rectificar; no obstante, planea sacarla adelante con ciertas modificaciones de las que el pueblo de Colombia aún desconoce el impacto en la economía diaria, bastante chocada por la pandemia. 

Por su parte, el expresidente Álvaro Uribe, ampliamente conocido en el mundo por sus  presuntas alianzas narcoparamilitares, no ha hecho otra cosa que instigar la violencia, defender las reiteradas violaciones a los derechos humanos por parte de la Policía y el Ejército y banalizar las protestas, haciendo la vista gorda de la profunda crisis social que la guerra, el narcotráfico y gobiernos como el suyo sembró en la sociedad colombiana. 

El senador Iván Cepeda, por estas acciones en apoyo a la violencia, denunció a Uribe formalmente, acusándolo de los delitos de presunto hostigamiento e incitación. 

En Colombia se han registrado 1.876 hechos violentos, según el Indepaz; sin embargo, aclara que podrían ser más, basados en los reportes audiovisuales difundidos en las redes sociales. Las imágenes de las protestas, colombianos heridos, armas de guerra usadas contra la población civil, disparos a mansalva, la muerte de protestantes, funcionarios infiltrados en las manifestaciones y una catastrófica zona de guerra en las calles de las principales ciudades le han dado la vuelta al mundo, ante la mirada perdida de quienes, por su responsabilidad ante organismos mundiales, deberían tender la mano al pueblo neogranadino. 

(LaIguana.TV)